Hace unos años conocí a Laura Angelats, y desde el primer momento nos llevamos bien, como si fuéramos amigos de toda la vida. Con el tiempo, además de amiga, se convirtió en una de mis modelos de confianza en Barcelona. Desde entonces, hemos hecho muchas sesiones juntos, pero esta fue una de las primeras.
Un día, Laura me habló de una casa abandonada que conocía a las afueras de la ciudad y que, según ella, tenía todo para una sesión única. No había duda, nos lanzamos a la aventura. Ella llamó a una amiga suya Carla, y yo invité a Patricio, un colega fotógrafo. En cuanto llegamos, nos dimos cuenta de que el lugar era incluso más impresionante de lo que imaginábamos: una estructura inmensa, llena de pasadizos inesperados que recibían luz en los ángulos más sorprendentes, y con objetos abandonados que parecían contarnos sus propias historias. Honestamente, si hubiera construido un set, no habría sido tan perfecto.
Nos adentramos en el lugar, esquivando espinos y pasando por puertas a medio caer, con las dos chicas explorando cada rincón. Empezamos a experimentar con reflejos de espejos encontrados, y usé algunas luces artificiales para añadir dramatismo. Los objetos extraños que nos íbamos encontrando daban un toque misterioso que al principio daba un poco de inquietud, pero que también nos brindaba inspiración para crear imágenes con una atmósfera potente.
El lugar, por sí mismo, parecía contar una historia, y al sumarle la interacción entre las chicas y esa sensación de aventura, terminamos con una serie de fotos realmente impactantes. Fue un día especial, de esos que dejan huella. Una de mis primeras experiencias fotográficas en Barcelona, que no solo fortaleció mi amistad con Laura, sino que reafirmó mi pasión por la fotografía y este lugar que ahora llamo hogar.

BRVJO

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